23 de enero de 2011

Desvelada y Aterrizaje forzoso

Día 3: Desvelada.

Me despierto a las 5 de la mañana. Doy vueltas y vueltas en la cama. Quiero seguir durmiendo pero no puedo. Tengo calor. Hay otros ronquidos, familiares, pero a los que no estoy acostumbrada. No puedo seguir durmiendo. Y me levanto. Busco la computadora y pienso que es el momento de escribir. Estoy escuchando a Drexler otra vez. Y escribo estas crónicas.

Brilla noctiluca… Un punto en el mar oscuro donde la luz se acurruca…

Día 4: Aterrizaje forzoso

La tarde. Intento dormir un rato. Mi cama es la de arriba de la cucheta. Tengo un banquito para subir. Apoyo el pie izquierdo y con la mano derecha me agarro del colchón para pegar el salto. Pero el banquito pierde estabilidad. Cae. Me suelta el colchón. Caigo hacia atrás. Ya no puedo sostenerme de nada. De espaldas termino en el suelo. Despatarrada. Y las risas de mis sobrinos invaden la habitación. Yo me sonrío. Cae el palo del secador de piso que estaba apoyado en la pared, y que se ve también pierde la estabilidad. Cataplum. Muchas más risas.

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