Llegamos a Madrid en época de navidad. La ciudad está toda bellamente decorada, con luces en los árboles de las calles principales como LA GRAN VIA, LA CALLE MAYOR, ETC.
Ayer, al hacer nuestra primera recorrida, fuimos hasta La puerta de Sol. Estaba llenísimo de gente, no entendimos si porque era viernes, o porque es la víspera de año nuevo. Este serà nuestro primer año nuevo fuera de casa.
Hoy visitamos el museo Reina Sofía, donde se encuentra El Guernica, de Pablo Picasso. También se pueden apreciar otras obras de artistas surrealistas, como Joan Miró.
Mañana visitaremos Toledo y El escorial, dos lugares hermosos que ya tuve la suerte de conocer.
Ya se me pegó el acento madrileño... Hemos comidos bocadillos de jamón ibérico (crudo), de calamares (él), de tortilla española. Hoy cenamos pizza y un mini tiramisú, al que para mí le faltaban algunas capas. Por primera vez hoy desayuné huevos revueltos y estuve bien el resto del día.
Hasta mañana
28 de diciembre de 2013
26 de diciembre de 2013
Valija....
Allá vamos.
(ahora somos dos)
De viaje
(lejos muy lejos)
Mañana es el día
(¡tan esperado!)
Parece que empieza algo nuevo
(¿Qué será?
¿Qué será?)
¡Feliz año nuevo!
Poné adentro de tu valija todo lo que necesites y lo que te haga falta:
Familia
Afectos
Amigos
Amor
Deseos
Proyectos
Recuerdos
¡Nos estamos escribiendo!
Imagen de ¨Liniers¨
11 de octubre de 2013
Llevar el sol en los hombros
Del juego con el poema de Jorge Luján ¨llevar el sol¨ me surgió este juego de palabras, con los dichos de los chicos del Taller Literario Fofoletes. Lo comparto porque antes lo compartió Iris Rivera y porque hubo muchos comentarios lindos...
Llevar el sol en los hombros
a upa de papá
en su cabeza
esconderle pajaritos,
monedas,
helicópteros,
pirulines.
Llevar el sol entre los dientes
apretado
llevar el sol como un panqueque
relleno de pestañas
mocos de chancho
y rizos de marmota.
Llevar el sol cansado
en los brazos
acurrucado
y dejarlo dormir hasta
mañana.
María Gabriela Belziti
(inédito)
a upa de papá
en su cabeza
esconderle pajaritos,
monedas,
helicópteros,
pirulines.
Llevar el sol entre los dientes
apretado
llevar el sol como un panqueque
relleno de pestañas
mocos de chancho
y rizos de marmota.
Llevar el sol cansado
en los brazos
acurrucado
y dejarlo dormir hasta
mañana.
María Gabriela Belziti
(inédito)
10 de agosto de 2013
Alegría II
Fofoletes es el nombre del cuento que salió premiado en el Concurso de Prosa y Poesía de la Asociación de Docentes Jubilados de Adrogué.
El próximo 24 de agosto se realizará la entrega del mencionado premio en la Casa de la Cultura de dicha localidad.
Es una alegría muy grande escribir y que otros lean lo que uno crea. Este reconocimiento es algo importante, como cualquier otro, pero más porque este cuento es en parte mi papá.
Mi papá que ahora no está pero que compartió siempre mis alegrías. Porque los Fofoletes fueron sus regalos y porque son parte de mi infancia. Por eso todo se conecta: el cuento, los talleres literarios, el premio, mi papá y yo leyendo con él y ahora escribiendo...
Saludos a todos,
Gabriela
25 de mayo de 2013
Ningún otro jueves
Hoy es jueves. Estamos casi todos en
casa de Ani. Algunos están en el balcón,
fumando. Otros estamos en el living en silencio. Ella me pide que la acompañe
al baño. Quiere que charlemos solas. Me siento en el borde de la bañadera mientras le hablo de un hombre que conocí. Le
digo: ¨ te extraño ¨. Sin darme cuenta
de que esa es nuestra última charla. Salimos del baño y volvemos a reunirnos para compartir la cena. Empanadas o pizza. Juntemos la plata ahora. Ani está débil.
Mejor sanguchitos de lomo. Nos aburren las empanadas. Tiene los ojos cansados y
por momentos la mirada perdida. Intenta comer un poco. Le pide ayuda a
Santiago. A él le tiembla el pulso, tiene miedo. Como todos, tiene miedo.
Hablamos de pavadas. Ani se duerme. La
miro. Está sentada en el sillón. Frágil. Parece imposible pensar que se está
muriendo. Nadie quiere aceptarlo. Y yo busco excusas para no pensar.
Hace más de un año que nos
conocemos. Nos vimos unas pocas veces en el taller de la biblioteca. Leíamos,
criticábamos, nos reíamos de las sugerencias del escritor. Al salir del taller nos reuníamos a comer
algo todos juntos. Me acuerdo que una de esas tardes al salir de la biblioteca,
en la avenida Las Heras, le dije que me conmovía su enfermedad. Pero su muerte era imposible de dibujar, tal
vez para mí que pensaba que la cura era una posibilidad.
Ani abre los ojos y escucha. Dice:
¿me dormí? Sí, un poco. Son los remedios. La morfina la duerme. La hace
delirar. Ani nos cuenta que atendiendo a una paciente se le escapó una frase ¨ Las tortugas están nadando en el comedor ¨.
Es psicóloga y para salir del paso le
habla a su paciente de metáforas.
Es hora de hacer el café. Laura se
ofrece. Trae una bandeja con tazas de distintos colores y tamaños. En la mesa
hay muchas cosas. Laura apoya la bandeja y se escucha un ruido. Las tazas se
esparcen por el piso. Una se rompe. Algunos nos reímos de nervios. Laura busca
algo para limpiar. Las manos le tiemblan.
Le tomé la mano a Ani en el
hospital. Hace un año. Ella me sonrió. Su
hermano estaba al lado de la cama. Preocupado. Ani tenía fiebre. Estaba
pálida. Me quedé un rato a acompañarla.
No quería molestar. Le expliqué que volvería al día siguiente. Le di un beso.
Es domingo. Anochece y
llego a casa. Hay un mensaje en el contestador. Es de María. Dice que la
llame. Atiende el novio y me dice: se fue al velorio. Me desplomo en el piso. Y vuelvo a levantar
el tubo. Llamo a mi vieja y le digo: se murió Ani y la voz se quiebra. Le corto
enseguida y salgo corriendo. Tomo un taxi
y no puedo hablar. Sólo miro por la ventana en silencio.
El jueves anterior a su muerte nos
íbamos a juntar en su casa. Como siempre desde que Ani no podía moverse. Yo
estaba cansada pero tenía miedo de que sea la última vez. Me angustiaba pensar
en no volver a verla. Toqué el timbre y
me respondió una voz, ¨ya bajamos¨. Pasaron varios minutos y nadie bajó. Guardé las manos en los
bolsillos de la campera. Tenía frío. Toqué el timbre otra vez y Laura me dijo:
¨ ya bajamos¨. Está todo mal, pensé. En el ascensor estaban Santiago, María y
Laura. Fuimos a comer a un bodegón a
unas cuadras. María nos contó de una
fiesta a la que había ido. Nos reímos. El vino
nos ayudaba. Nos despedimos y
caminé con Laura unas cuadras. Fuimos hasta Acoyte a tomar un taxi.
Me bajo del taxi y camino al
velatorio. Subo las escaleras y
encuentro a María. La abrazo. ¿Dónde están los demás? Están en una sala,
juntos. Los saludo uno por uno. Pregunto por los que no están. Algunos
estuvieron más temprano. Otros todavía no lo saben. Cruzo el pasillo y busco al
hermano. Le doy un abrazo fuerte. Todavía no puedo mirarla. Vuelvo con los
demás y me quedo en silencio. Le pido ayuda a María y me acompaña. Estamos las
dos rodeando a Ani. Necesito despedirla. La miro y siento ganas de llorar pero
todavía no puedo. No puedo creerlo.
María le da un beso en la frente y yo le rozo
la mano. Tengo frío. Vuelvo con
los demás. Charlamos. Nos vamos pero yo quiero volver mañana. Los demás dicen
que no pueden. Yo siento la necesidad de verla una vez más.
Es de mañana. Estoy de nuevo en el
velatorio. Un señor con una valija entra
a la sala y dice que ya es hora. Todos nos paramos y la despedimos. Guardo las
manos en los bolsillos de la campera. Lloro. Hay una tía de Ani. Ella me abraza y
me dice que pude acompañarla siempre. Sus palabras me contienen. Pero sigo
llorando. Aprieto los puños dentro de los bolsillos. Necesito fuerzas. Hace
frío. La tía me pregunta si quiero ir al
cementerio. Los acompaño en el auto. Otra vez en silencio. Llegamos. Me bajo
del auto mientras espero. El viento nos rodea.
Parece que es más fuerte ahí. Siento que no voy a poder volver a este
lugar. Cuando me estoy yendo, sola, me encuentro con Santiago. Vamos a tomar un
café con medias lunas. Santiago dice: esa
no es Ani. Ella está por todos lados si lo pienso. Y tiene razón. Está en
mi casa. Entre nosotros. Están sus palabras guardadas en cada uno de sus
cuentos. La veo bordeando la calle con
las medias rayadas que cautivaron al escritor de la biblioteca.
Septiembre de 2005
Este es un texto que escribí hace mucho tiempo tratando de decirle adiós a una amiga que falleció muy joven. Tratando de entender la pérdida, el dolor, mi propia fragilidad. Nunca pensé en publicarlo pero aunque es un texto fuerte y triste porque cada momento escrito es de verdad, pienso que es una manera de que Ani (o Dani) siga estando viva. Entre nosotros. Escribiendo, leyendo, tomando vino, escuchando buena música, cautivándonos a todos con sus medias rayadas...
23 de abril de 2013
Nuevos vientos para este año
Vientos lindos me rodean.
Desde enero.
Primero la llegada de un mail para contarme que en la Revista Billiken querían un cuento mío (al final no se pudo publicar por no tener facturas propias).
Después la llegada de otro mail, de una conocida escritora, que es editora en otra editorial para decirme que el cuento que querían en Billiken ella lo había pensado junto con otro que le había mandado para una Antología de cuentos míos.
¡Qué linda noticia! Dejé suspendida la novela que estaba escribiendo desde que volví de las vacaciones. Porque me pedían un tercer cuento, que aún no tenía. Me puse a pensar de qué podía escribir. Y anoté en un papelito posibles historias a transitar. Había una que me despertó más interés y entonces llamé a Fabrizio, uno de mis sobrinos, para pedirle datos, información, cosas que pasaran en un campamento. Porque de eso pensaba escribir. Y los primeros borradores fueron momentos de risas y ganas de seguir leyendo. Tanto que Fabri ese mismo día se puso a escribir la contracara de la historia. Y con Micaela inventaron otros cuentos, también.
Entonces me puse a trabajar en el cuento e hice y rehice muchas versiones hasta hoy que más o menos creo que llegué a la historia que quería contar. Cosa que nunca sé de antemano. Por eso se me hace más díficil escribirlas...
Comenzó el año con el proyecto de Talleres Literarios para chicos al que bauticé y sin dudarlo: FoFoLeTeS.
A fines de febrero la directora de una escuela me escribia para que fuera de visita a su escuela con La Colgada. Aunque eso no quedó en nada, me dio alegría la posible invitación.
Hacia principios de marzo el mail de la Biblioteca Pública de San Diego, en California, pidiendome un ejemplar de cortesía. Hace poco lo envié esperando que pronto llegue a esos lectores niños y adolescentes de habla hispana. Y a escuchar qué les pasa con la historia...
Desde que arrancó marzo estaba con la expectativa de saber algo sobre el cuento que había mandado a un concurso. El de Docentes Jubilados de Alte Brown. El concurso había cerrado en octubre y en marzo se suponía que iba a estar el resultado. Había enviado mails pero nadie me respondía. Tenía miedo que entre tantas cosas me olvidara de llamar o preguntar. Y por suerte, no me olvidé y llamé el 18 de abril a la asociación y cuando me dijeron Cómo se llamaba el cuento que había recibido el Primer Premio de la categoría: Prosa, casi me muero. Era el mío. El de ¡Fofoletes!
En la semana me enteré el día que iba a firmar en la Feria, con La Colgada. Yo, Gaby Gaby, Gabita, Guagui... Yo ahora firmando en la Feria como Escritora.
Yo, la chica tímida del colegio, que tenía un diario íntimo a los 9 y ya escribía algunos poemas para expresar que estaba enamorada....
Yo, la maestra jardinera...
Yo, la integrante del Coral Caballito. Donde descubrí que mi voz sumada a la de otros podía ser música...
Yo, la lectora de tantos cuentos...
Yo, la tía, la hermana y la hija....
Yo, pensando, en mi papá y en lo contento que estaría con todas estas noticias.
Nuevos vientos. Airecitos lindos y acompañados...
Aunque parezca que la Felicidad a veces se torna inalcanzable, llega...
21 de enero de 2013
El rey y la tía
Todos los sábados, después del mediodía, Fabrizio iba a la casa de sus abuelos a jugar. A veces también se encontraba con su primo Luciano que tiene un año menos. Fabrizio tiene una hermana, Micaela, que en ese momento era muy chiquita y no iba sola a jugar a la casa de sus abuelos.
Para convertirse en rey Fabrizio necesitó de un trono. Un trono que la abuela había usado como escalera para treparse a un armario en busca de algún juego viejo, que se volviera nuevo para su nieto. El trono estaba construido a partir de una mesa pequeña y una silla, también pequeña, arriba de ésta.
En cuanto Fabrizio vio el trono se subió y comenzó a impartir sus órdenes.
- ¡Traedme el monopatín! - y Luciano va en su búsqueda. El rey lo mira agradecido y dirige su mirada ahora para la tía:
-¡Tía!¡Tú traeme un libro!
Más tarde Fabrizio, que ya no es rey, tan sólo sobrino, le dice a la tía que ella ¨debe ser bibliotequera¨ porque le gustan tanto los libros.
A la tía se le llena el corazón de ternura....
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