30 de septiembre de 2010

Esto no es un homenaje.... (de mi encuentro con René Magritte y Anthony Browne)




Bruselas. Apenas una mañana para recorrer la ciudad. Pintoresca y a la vez moderna. Tiempo para sacar fotos en la ¨Grand Place¨... y casi de casualidad llegué al Museo de René Magritte. Poco sabía de su obra. Poco sabía desde lo racional. Pero sabía mucho más en algún registro perceptivo. En uno de los salones reconocí un cuadro de un castillo en una roca (El castillo de los Pirineos, 1959). Lo reconocí a través de la obra de Anthony Browne, ilustrador y escritor de muchos libros-álbum que he mirado y mirado.

Levanté el brazo y tuve ganas de decirle a todos ¨es del libro de willy¨. Me emocioné mucho. Y a partir de ahí recorrí el museo con otras ganas. Ya nos habían presentado hace más de diez años atrás.

Este año, en marzo, pude participar de una entrevista que le hicieron a Anthony Browne en su primera visita a la Argentina. Me interesó mucho escucharlo y cuando contó sobre Magritte y sus herederos presté más atención. Browne explicó que había querido hacerle un homenaje al pintor. En sus obras aparecen muchas reminiscencias de otros cuadros. Están ahí quietos esperando que alguien los pesque. Él dijo que no hacía guiños a los adultos, como su entrevistadora torpemente preguntó. Browne juega con las obras de los pintores que lo inspiraron, y les da otra forma lúdica, que tiene que ver con sus personajes. Él dijo si ¨haces la conexión buenísimo, pero sino también, son obras plásticas, es arte...¨. y ahí me brotaron unas ganas locas de hablarle. Con tristeza contó que los herederos de Magritte no le habían permitido hacer estos homenajes y por eso había tenido que reeditar algunos de sus libros y ¨corregir ¨ ese ¨error ¨ mal entendido. Todo fue por el copyright.

Al final de la entrevista Anthony Browne se dedicaba a firmar sus libros. Yo había llevado, por las dudas, ¨Willy, el soñador¨, uno de los primeros libros que me compré de su obra y en el que reconocí el cuadro de la roca. Cuando al fin llegó mi turno, y luego de un ensayo mental en inglés, le dije que el año anterior había estado en el museo de Magritte y que me había emocionado reconocer el cuadro del castillo que por primera vez había visto en uno de sus libros. Él me sonrió y amablemente me dijo ¨Gracias¨y luego firmó mi Willy.

21 de septiembre de 2010

El bibliotecario





Cuando Totó hacía el colegio secundario solía habitar la biblioteca Miguel Cané. Totó se describe como un ¨ratón de biblioteca¨. El secundario en el Colegio Carlos Pelligrini lo realizó el primer año como alumno regular, el segundo como alumno libre, el tercero y cuarto año regular, el quinto libre y el último año de forma regular emparejándose en edad con sus compañeros.


A Totó le gustaban las bibliotecas porque no podía tener todos los libros que quería para ampliar un tema y ahí podía investigar a su antojo.


Un día le comentó al bibliotecario que faltaba un libro de análisis matemático que fuera de lectura accesible. El bibliotecario le preguntó ¨¿por qué era importante para él ese libro?¨ Era un señor mayor y de anteojos. Solía conversar con los visitantes e interesarse por sus gustos intelectuales.


A los pocos días el bibliotecario llamó a Totó y le preguntó si ese libro nuevo que estaba apoyado en el mostrador era el que él buscaba. ¨Lo hemos comprado¨, le dijo.

Con el tiempo supo Totó que el señor de anteojos que había comprado el libro que él (papá) necesitaba no era otro que Jorge Luis Borges.