1 de diciembre de 2009

La figlia di Totó

Miré una y otra vez el mapa de Italia antes de decidir el viaje. Parecía que Cinquefrondi quedaba ahí no más de Roma. Pero son siete horas. Llegué a la estación Termini casi una hora antes de que partiera el tren a Gioia Tauro, en Calabria. Desde ahí sale La Littorina, otro tren que va pueblo por pueblo hasta llegar a Cinquefrondi. Mi boleto dice binario 6, carroza 8. Yo no sé bien qué significa. Camino por la plataforma buscando un cartel con el número seis. ¿Será el número del andén? Hay un tren parado. En la ventanilla tiene pegado un papel que dice Syracusa, Carroza 1. “Scusi, di qui parte il treno a Gioia Tauro?” Muestro el boleto a varias personas. Me dicen que sí pero no estoy segura. ¿Y si subo al tren equivocado? A las ocho y media suena un silbato y una tromba de pasajeros me atropella. ¿Por qué corren? Se suben al tren a Syracusa. Creo que Syracusa es en Sicilia. Si yo viajo a Calabria, tendré que bajar antes. Entonces es mi tren. Pero ¿y si hay otro? Faltan cinco minutos. Ahí está el Guarda con unas personas. Está gritando. Y yo con mi pregunta tonta. “Scusi, queste é il treno a Gioia Tauro?” Si, grita. Y mueve el brazo: que me suba, que suba. Grazie! Subo a la carroza uno. Camino por un pasillo hasta la ocho. Comparto el viaje con tres hombres. Uno habla por celular. Otro lee el diario. El tercero trabaja en una laptop. Me gustaría hablar con alguno. Pero nadie habla. Ni entre ellos. Tengo una cartera grande con una muda de ropa, un libro de Leopoldo Marechal, una libreta, un discman. Saco la libreta y me pongo a escribir lo que acaba de suceder. Pienso en todo lo que está por venir. Papá siempre me habló de su pueblo y hace años que tengo ganas de conocerlo. Falta tan poco, pero llegar no es sencillo como creía. Hasta él me dijo que no fuera. Pero yo me puse firme. ¡Si por conocer Cinquefrondi es que estoy en Italia!

Llego a Gioia Tauro después del mediodía. Hace mucho calor, es verano. ¿De donde sale La Littorina? Me calzo la cartera al hombro y cruzo la calle. La estación es antigua. Papá me hizo una fotocopia del plano de su pueblo. Se ve donde está la estación, por dónde tengo que caminar para llegar a su casa y la de su abuela. Es todo. Espero llegar, sacarme una foto en cada casa, ir a la escuela y ver cómo es para tratar de imaginar cómo fue. En la boletería no hay nadie. Pregunto en la oficina. Quieren que espere. No sé donde esperar porque cada vez hace más calor. Adentro estoy bien. Al fin el maquinista pone en marcha La Littorina. Subo y me siento atrás de todo. Soy el único pasajero. A último momento sube una mujer y se sienta más adelante. Otra vez saco la libreta y escribo.

Pasamos por una, dos, tres estaciones. Nos detenemos en mitad de camino. No sé que pasa. Se ve todo negro. Me acerco hacia delante y converso con la mujer. Come ti chiami? Di dove sei? Che cosa fai? Sube un hombre y habla con el maquinista. É fumo?, me animo a preguntar viendo que un humo denso enluta la vía. Ma che fumo é flama!, dice el hombre y entonces veo las llamas devorar la vegetación. ¡No lo puedo creer! Pasa media hora y reanudamos la marcha. Ahora vuelvo a respirar.

Estoy en el pueblo. La estación es vieja y desolada. Veo una calle que va hacia arriba. Saco el plano. Algunos pasos y llego a la plaza. Una pequeña plazoleta en medio de la calle. Por ahí cerca yo sé que está la Via Dante. Busco el número 30. Pero el número no existe. ¿No existe? No puede ser, debo haber mirado mal. Voy hacia un lado y otro de la calle. Miro en la vereda de enfrente. Existe el 28 y el 32. Es un mercado. Voy para la casa de la nana, la abuela de papá. La Via Cavour es a la vuelta. Otra vez lo mismo el número no existe. Quiero llorar. Llorar. Todo este viaje y nada. Pruebo con la escuela. Camino por una calle pero pregunto y por ahí no es. Vuelvo hasta la plaza. Hay un viejo sentado en la vereda. Me ve pasar de un lado al otro. Che cosa sta cercando? Le cuento pero no sabe. No sabe nada. Camino por otra calle. Parece que es la principal, después doblo a la derecha, a la izquierda. Llego a una escuela. ¡Tiene que ser esta! Le saco una foto.

 
¿Y ahora qué hago? Tengo sed. Busco un almacén abierto. Encuentro uno al final de la calle. Pido una coca cola y también un sándwich de jamón y queso. El señor lo prepara en el momento. Son 3 euros. Definitivamente acá es más barato. Ponen todo en una bolsa de plástico y me preguntan de donde vengo. Les cuento que mi papá nació en el pueblo pero no conocen su nombre. Intento con el nombre de la nana. La señora me dice que vaya a la Associazione Cacciatore, que pregunte por Macedonio que estuvo casado con una Bulzomi. Pero estoy desanimada. Pienso en volver a la estación a esperar La Littorina de regreso. Pero ya que estoy acá, me animo. Entro y está todo a oscuras. Hay un hombre sentado. Bongiorno! Io sono nipote di Clementina Bulzomi e vengo di la Argentina. Macedonio se levanta de la silla y piensa. Me acompaña a encontrar familiares. En la segunda casa atiende una señora con un batón floreado. Macedonio le cuenta quien cree que soy y se despide. La mujer me invita a pasar. En la casa hay otras mujeres. Me siento rara entrando a una casa con desconocidas, contándoles todo sobre mi familia. Me miran todavía con desconcierto. Pero resultamos ser parientes, y cercanos. ¡Yo no imaginaba qué tanto! Una de ellas me convida un vaso de leche y unos dulces. Pregunto que son. Nacátuli. Están hechos de masa de anís. La tía María, en Buenos Aires, los hace diferentes. Los pruebo y tienen otro sabor, pero me gustan. Concetina, la tía del batón floreado, me cuenta que cocinando se manchó el vestido. Tiene una pequeña mancha de salsa. Me va a llevar al centro. Se cambia el vestido por otro de color verde, más caluroso, pero sin mancha. Antes pasamos por la casa de papá. Resultó que yo tenía un número equivocado. Es una casa muy vieja. Angosta pero de dos plantas. Dicen que el dueño es un loco. Se ve que no está cuidada. Vamos a la Chiesa Maggiore. Luego a otra iglesia donde veo la estatua de San Michele, el santo del pueblo. Cinquefrondi es más chico que una pelusa, pero tiene cinco iglesias. Vamos a otro barrio donde vive otra tía, que es prima hermana de papá. Ella no está pero entramos en la casa de una vecina. Concetina le pide que le avise. Llegamos a la plaza. Me cuenta que su sobrina tiene una agencia de viajes. La saludamos. Es macanuda. Ahora vamos a buscar a un tal Gino. Dicen que vive en la Argentina, pero que viene cada tanto. Caminamos por otra callecita Bonasera! Bonasera! Acá todo el mundo se saluda. Lo encontramos a Gino. Al fin alguien que habla español. ¿Por qué no te quedas a dormir? Te llevamos mañana en machina. Vamos a cenar a los jardines de la Villa, me dice. Pero tengo miedo que mañana pase algo que me haga perder el tren. Ya a esta altura estoy haciendo un esfuerzo por mantenerme de pie. Gino pregunta ¿comiste algo? Si, le miento. En la mano tengo la bolsa con el sándwich intacto. Me pide que espere y va a buscar una foto. Aparece la prima de mi papá. Se llama María y está feliz de verme. Me abraza y me aprieta los cachetes como si fuera una nena. ¡La figlia di Totó! ¡La figlia di Totó! Gino regresa con una foto en blanco y negro. ¿A ver si lo encontrás a tu viejo? Y sí…agachado entre los muchachos me sonríe, papá

3 comentarios:

Daniela Feoli dijo...

Gaby! Qué lindo! Qué emotivo! Lo hacés sentir a uno como si estuviera en la película EL PADRINO!!! Dan ganas de seguir leyendo... gracias

Beso,
Dani

Gaby dijo...

Recién descubro el comentario... me alegro que lo leas y que te guste como a mí me dio placer compartir...

Tucho dijo...

y usted deberia saber que hace tiempo ya termine de leer todo lo que a mi alcance llego para leer, escrito por usted. tambien debera saber que me desiluiono un poco encontrarme con su material, por alguna razon me me habia hecho la imagen mental de que serian poemas, ensayos y cuentos (o cosas asi); mucho mas me descolocó empezara a leer la vitacora de sus viajes. sinceramente me aburren, y no logro seguir este tipo de blogs, ni siquiera los de mi gente cercana. pero por algun motivo empeze a leer de inmediato y segui, y lei todo de seguido, solo paré dormir cuando ya era muy tarde para seguir. y aunque me contradiga me gusto mucho leer y viajar con vos, y vivir ese diario de viajes y momentos. disfrute mucho de las historias escondidas, y como una suerte de rayuela de tu blog, fui de atrás para adelante en la correlatividad y eso terminaba confirmando sospechas que leia luego de haber leido ya los hechos. sin embargo mas me gustaron dos cosas, las ultimas o las primeras historias (depende como se vea), esas del pueblito de tu papa, y toda esa secuencias de cuentito. la otra cosa que me gusto fue conocer una parte tuya, no se bien que parte tuya, pero una bastante interesante en definitiva. gracias por compartirlo.